julio 23, 2006

¡VivA el PERU SeñoreS!

Que estas líneas tengan como objetivo conmemorar el suceso con más trascendencia de la historia de nuestra querida tierra: la proclamación de su independencia.

El significado político y social de este acontecimiento consideró un cambio sustancial para quienes hasta ese entonces vivían el día a día bajo las reglas y legislación española, sumidos bajo la potestad de la corona, sólo en teoría, ya que realmente el perú de aquella época estaba sometido a los caprichos y excentricidades de las "autoridades" designadas por la corona en el país, quienes lejos de ser merecedores de tamaña responsabilidad, configuraban el prototipo de persona arribista, astutamentre vulgar y ridiculamente noble.

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Un renacimiento, doloroso y con complicaciones a largo plazo, pero renacimiento al fin
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Sabemos que luego de la evolución social del país, tras vivir el crudo proceso de "conquista" (estúpido eufemismo que hasta ahora se lee en los textos educativos) y el posterior proceso de sometimiento e imposición del esclavismo como principal relación de producción, con todos los agregados correspondientes: humillación, expropiación, violación de derechos básicos, cosificación de la persona, salvajismo, tortura y demás conductas atroces de parte de los "conquistadores" (incluyendo la devastadora campaña evangelizadora) configuraron en los probladores del perú un "síndrome de sometimiento" que se multiplicaba a medida que las generaciones se prolongaban.

No hemos de obviar los casos de aquellos peruanos que lograron desarrollar un nivel superior de conciencia, y considerar la posibilidad de objetivar sus vidas a lograr amedrentar el abuso español o español-mestizo, según la época. Pero fueron muy pocos, la casi absoluta mayoría vivía bajo el manto de mirada gacha, la espalda encorvada y la predisposición a seguir respirando en la medida que continúen sirviendo a sus "señores". Causa gran indignación imaginar que existió una época en la que nuestro querido país se vio convertido en una colonia oprimida y sin esperanza entre sus pobladores. Una modorra compartida.

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Los ojos a veces no ven lo que la cabeza no quiere que vean
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Retrocediendo un poco en el tiempo, hacia aproximadamente la tercera década del siglo XVI -según los historiadores- me veo en la obligación moral de afirmar que lo que realmente hicieron los españoles de aquella época no fue "conquistar" como bien han querido maquillar algunos entendidos en la materia -o quizá son malosentendidos-, fue invadir un pueblo ajeno, mediante el uso de la fuerza y con la ventaja de la tecnología, empleando métodos viles y despojados de toda moral, abusos propios de una guerra no anunciada y por demás injusta, en la que el saldo siempre es negativo y a veces, como fue en este caso, irreversible.

Pero la historia da lecciones de maravillosa fuerza para sobreponerse a la adversidad, porque algo es seguro: los peruanos somos especialmente dotados para superarnos en base a tesón, habilidad y, sobre todo, corazón. Si bien la época de la colonia fue una modorra colectiva, era cuestión de tiempo que el pueblo se de cuenta de su propia capacidad para cambiar su destino, escribir con sus propias manos la historia venidera, aquellas manos que habían dejado atrás muestras sublimes de majestuosidad en armonía (la ciudadela de Machu- Picchu entre muchísimas otras son testimonio de esto) aquellas manos que no dudaron en ofrendar sus vidas en pos de la lucha por un ideal, que más que eso era un derecho, y como todo derecho arrebatado, se convierte en deber moral hacer lo posible por recuperarlo.

Mucho tiempo para despertar, muchas vidas caídas en el proceso, muchos actos heróicos -algunos públicos y recordados, muchísimos otros anónimos- hicieron de la proclamación de la independencia el clímax que todo un país espera presenciar, poner fin al sufrimiento del oprobio y empezar una etapa en la que los peruanos serían dirigidos por peruanos en beneficio de todos. Auras de paz y de llanto contenido en los rostros que presenciaron la proclamación, días de fiesta y felicitación, de luto por los caídos, recuerdo inmenso de un capítulo emotivamente nuestro, musa de prodigios para la eternidad (José Bernardo Alcedo entre otros) vaivén de risas y llantos, en resumen, una experiencia irrepetible.

Rememorar el 28 de julio es recordar ese atroz periodo de la colonia, con objetiva tristeza, recordar también la epopeya de quienes lucharon por recobrar la libertad, con lo bueno y lo malo de toda experiencia histórica. Con la conciencia de que la solución no está en renegar del pasado, sino en aprender de la experiencia y notar que el horizonte común es lo que nos ayudará a crecer como nación, lejos del egoísmo y las luchas de clases, lejos de la visión inmediatista sin planificación, unidos por un bien totalitario: que el Perú de nuestros hijos y nietos sea mucho mejor que el de ahora.


Felices Fiestas Patrias !!





Atentamente
Richard Torchiani G
Moderador de Perú: País de las MaravillaS

2 comentarios:

Anónimo dijo...

soy peruano pero me parece que exageras no debemos olvidarnos de toda nuestra gente pobre pauperrima de niveles africanos que vive por millones en la sierra y en los conos. somos tremendamente pobres y si queremos construir algo debemos partir reconociendo eso. saludos desde tampa (debi emigrar el 99 porque en peru no habi dinero)

Richard Torchiani dijo...

Leo el comentario y no encuentro el tema en que, a su parecer estimado lector, exagero.

Es absolutamente cierto que la gran mayoría de nuestros compatriotas viven en condiciones que no les permiten crecer como personas y alcanzar oportunidades de desarrollo, pero éste es un tema de amplia discusión en otro contexto.

Concuerdo con Ud, en que el primer paso del cambio es reconocer esta realidad, pero no sólo de parte de "nosotros" sino, sobre todo, de parte de quienes la viven en "carne propia"...

Es una cuestión de conciencia

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Muchas gracias por la visita y el -constructivo- comentario