setiembre 29, 2006

Perú: País del Roche


Esta semana fui parte de dos historias que ejemplifican perfectamente el titulo de este post. El primer relato ocurre en el viaje que tuve el día domingo al norte chico, a la cálida ciudad de Huacho. Empecé mi viaje dirigiéndome al paradero informal de Habich, lamentablemente en agencia se demora más y encima pago más, así que me sale mas cómodo irme a parar un Bus interprovincial cual quien detiene una combi en la esquina.


Es así que empezamos con el bus medio vacío, la terramoza haciendo subir a las personas rápidamente, cual bulto de la parada, y acomodándolos muchas veces de la misma manera. El bus estaba medio vacío aun, no habría problemas con los pasajeros por lo menos en un buen tramo de la ruta, suponía yo. Siguieron subiendo en Mega Plaza, en Metro y en otros, seguía llenando se el bus. Llegó un punto en el que el bus estaba completo. Los espacios entre asientos pequeños para mi tamaño (es difícil encontrar en Lima asiento para un chico de 1.85 y suerte que no crecí más) además de incómodos al momento de sentarse. Siguió el bus con su recorrido, pero en eso veo a un señor que estaba con su hijo y se disponía a sentarse al lado mío, la terramoza le increpa que ese asiento estaba reservado, en mi cabeza surgió la gran interrogación sobre ¿Cómo se puede reservar un asiento en un bus que recoge a diestra y siniestra pasajeros? Sin pensarlo, el señor hizo un pequeño escándalo, habló en voz alta, increpó el maltrato que creía recibir de la agencia en general y que era un abuso. El señor venía con su pequeño hijo de aproximadamente 7 años. Imagínense: 1) Un viaje de 2 horas parado; 2) Con tu hijo y 3) Un bus que viaja más rápido que el auto fantástico. El señor paró la queja, pero siguió, increíblemente, con el viaje. Además de ello siguió subiendo más gente en los paraderos contiguos. Nadie reclamó ni ayudó al señor, ni siquiera yo ya que igual se me hacía tarde, no crean que no me duele aceptar ello.


El segundo relato viene a mi mente luego de leer un correo que parece que está siendo muy difundido, y eso sobre el respeto al medio pasaje como el 50% del pago del pasaje adulto. Hace ya más de un año, cuando mi padre estuvo hospitalizado, salía con mi madre del hospital Naval, muy cerca de la Ciudad Universitaria de la Universidad San Marcos. A las 10:45 de la noche subieron a la altura de la Universidad dos jóvenes universitarios. Ellos, a diferencia mía, se iban hasta lo que se conoce como el distrito de Vitarte, a más de 1 hora de viaje de la universidad. El cobrador les quiso cobrar lo que a todo el mundo les cobra por ir hasta allá, Un sol. Los universitarios protestaron, por que el medio, decían ellos, es 0.80. El cobrador y el chofer se agarraron en una pelea de boca con los universitarios, la cual siguió hasta el momento en que bajé con mi madre. A mí no me hicieron problemas porque les dije que iba una distancia más corta por la cual pagué 50, pero otra chica delante mío pagó el sol, a pesar de que tenía el Carné universitario (fui un poco sapo para verlo). Nunca llegué a preguntarle por qué no pagó medio.


Eso ha sucedido con muchas personas de mi entorno, que para no ganarse broncas, o roches, prefieren pagar la tarifa completa y en ello sí discrepo ya que constantemente me mecho con cobradores para que respeten, aunque sea, su propio tarifario. Estos son dos claros ejemplos de lo que Arellano, la Investigadora de Mercados, califica como la cultura del roche. Los peruanos en su mayoría nos caracterizamos de no realizar reclamos formales a pesar del mal servicio o trato que se recibe. Preferimos llegar a nuestro destino temprano y recibir un pésimo servicio, que reclamar un tiempo por él y recibir un buen servicio. Preferimos mentarle la madre al cobrador, o rebajarnos a la discusión de callejón para recordarle algún oficio que seguro no ejerce su madre. Preferimos quebrar nuestros derechos con tal que el que está al lado no diga nada sobre mí, a pesar que siempre dices que no te importa el qué dirán. Feas características para tratar de emprender la formalidad y tratar de respetar las reglas de juego en el país, cuando en el mundo cada día se crean nuevas patentes, nuevo conocimiento para el beneficio de todas las personas. Somos de hablar mucho y hacer poco. Indecopi tiene una central telefónica para reclamos, pero ésta suena muy poco. Empecemos, y me incluyo, a respetar las reglas propuestas, incluso las nuestras.

8 comentarios:

Caracola dijo...

Efectivamente... a veces creemos que podemos ser merecedores de maltrato, y si queremos quejarnos resultamos siendo agresivos. Recuerdo... Hace ya un año, un amigo y yo ibamos a hacer uso del servicio de las combis por la tarde (esta combi iba por evitamiento hacia la panamericana sur), decidimos sentarnos en la parte de adelante (aceptando que no es seguro que vayan dos pasajeros además del chofer), el cobrador de antemano nos dijo que no había medio, nosotros no hicimos caso porque en su tarifario decía el valor del "medio" (un nuevo sol) cuando llega la hora de cobrar nos dijo: que tal raza encima que pagan medio van sentados adelante!!! Alguna vez, ante una pretensión como ésta yo había increpado diciendo: "qué por ser universitario y pagar 20 centimos menos que el adulto debo ir en la canastilla??" frase que mi acompañante en ese (otro) momento había calificado de poco asertiva (le doy la razón, fui sarcástica y eso expresó mi agresividad). Sin embargo, en esta ocasión él (mi acompañante nuevamente) le respondió: ¿Dónde quieres que vayamos? ¿en la llanta??...´Yo simplemente lo admiré (lo quede mirando) por haberse quejado, aunque no haya sido muy asertivo.... cierto es que nos da roche, flojera, o nos conformamos, para decir o reclamar nuestros derechos.

Quizás nuestra falta de asertividad = oscilación de extremo a extremo entre la pasividad y la agresividad, sea lo que mejor aprendemos los ciudadanos de nuestra hermosa sociedad... en nuestras familias oscilan los roles pasivos y agresivos, tú como hijo tienes q quedart callado yo como padre puedo gritarte cuando quiero. Entonces cuando creo que el de la combi es quien me está haciendo el favor de llevarme me quedo callada y soporto cuan peripecia ésta -la combi- me ofrezca, y si considero que soy YO quien le hace el favor al gordito que maneja y al chibolo que cobra, entonces me tomo la libertad de tratarlos como quiero, gritandoles o reclamando mis derechos pisando los suyos... y viceversa, si nos ponemos en los zapatos de los choferes y cobradores. En este caso en particular, la combi nos brinda un servicio y nosotros pagamos por este (o sea un mano a mano).

Además de la posición que creamos tener en una determinada situación, están nuestros niveles de tolerancia. Mi amigo quien muchas veces prefería quedarse callado para evitar problemas, para no gastar su tiempo, porque ya no tiene solución la gente, debió tener alguna buena razón para decir lo que dijo, además de la oscilación entre la pasividad y la agresividad... Por mi parte, siempre creo necesario, asi parezca en vano, decir lo que pensamos. Tratar de producir ese darse cuenta en los demás, dándonos cuenta nosotros primero... por ejemplo cuando vemos que alguien tira un papel al piso y hacemos muecas de disconformidad (¡Qué horror, cómo puede hacer eso?!) Pero no le decimos nada a esa persona... me incluyo, muchas veces no lo he hecho, pero hace un tiempo son más las que sí hago algo, como decirle a una pequeña "mm mejor guardalo en tu bolsillo hasta que llegues a casa" hasta ahora me han respondido con una sonrisa(por verguenza) y recogieron el papel guardándolo en su bolsillo. lo cual alimenta mi fé en los demás, en el cambio...

Claudio dijo...

interesante colección de anecdotas, quien no las tiene? lo lamentable es q se instaure en la gente y ya tanto es costumbre q defienden la pisoteada de sus derechos.. me paso mas de una vez en mi recorrido hacia mi centro d internado el año pasado, en el trayecto queda un mercado de abastos de considerables proporciones y en la delirante mente del cobrador su combi se transformaba en camión.. subian cantidades abusivas de verduras, frutas, carnes y todo lo q se pueda comprar en un mercado con sus consiguientes olores e incomodidad (el pasillo se volvía difuso y una trampa de paquetes)

..las veces q le pregunte al cobrador si yo me habia equivocado y me habia subido en un camión de verduras y no en un vehiculo para personas, para mi sorpresa otros pasajeros eran quienes defendían esta actitud.. no siempre los dueños de la carga esbozando razones como "uno tiene q trabajar pues" "si no quieres q t molesten viaja en taxi" y un delirante etc...

...yo me bajaba pensando "¿cuando me volvi loco?"

Cabanossi dijo...

En este país se piensa que la calidad de vida es un lujo que pocos pueden poseer. Si se tratara mejor al del costado nos dariamos cuenta que no es ta lejos ello. "quieres viajar bien, toma taxi, el omnibus es para los que quieren mal servicio o que los traten mal" Ese es practicamente el mensaje, a veces tan explicito, que lo deja a uno pensando si avanzamos o retrocedemos.

Richard Torchiani dijo...

Vaya vaya, de la conversación que me he andado perdiendo, los leo y me siento satisfecho.

Realmente da mucho gusto leer un converger de ideas de este tipo!

Coincido en lo vertido por todos, cada quien desde su perspectiva. Al final es cuestión de metalenguaje, de lo que creemos posible y de lo que nos hemos acostumbrado a vivir en el contexto del transporte urbano...

y bueno, en el ejemplo de "la llanta" puede parecer una expresión surreal, pero se ajusta a una circunstancia, como el de subir gente en la parrilla de la combi, no se hace porque conlleva un "castigo" (papeleta)... Siguiendo este razonamiento, se llegó a subir gente a los espacios "maleteros" de los Station Wagon, en los taxis o en los colectivos (cobrando un a tarifa menor con respecto a quienes iban en los asientos del vehículo)

En esto todos somos actores

Anónimo dijo...

A mi acaban de darme mi carné universitario (pues ando recién en segundo ciclo).

Resulta que el día domingo tenía una cita muy importante y tuve que irme hasta Miraflores desde Los Olivos.
Bueno, el pasaje normal es de 1.20, pero como yo tenía carné pensé: "Deberé pagar 60 céntimos..."; en eso pasa la cobradora (la muy HDP) y me dice: "Pasaje"; yo veía antes de que me den mi carné como los y las unviersitarias con el simple echo de enseñar el susodicho documento y sin decir ninguna palabra les cobraban medio pasaje, pues yo hice lo mismo, enseñé mi carné y pagué con dos soles.

Aún no estoy seguro si no vió mi carné... o derrepente por el hecho de ser domingo, quizás este no funcionaba :S.

Por cierto, me puse como otro usuario porque estoy en un internet de a luca y no recuerdo mi clave de blogger ^^

Aldo Diaz dijo...

Creo que todo lo comentado sería parte de la institucionalización de la sobrevivenciam es decir, tomar como un hecho común y corriente el conducirnos al límite de lo saludable, lo contrario sería tan difícil como el lograr que el cobrador de la combi te mire a los ojos... aunque no imposible, a manera de prueba, traten de hacerlo y cuando tengan su mirada decirle: "...." (ya cada uno sabrá que decirle, algo que pueda originar un insight).

Richard Torchiani dijo...

"el límite de lo saludable" polémico concepto mi estimado, puede pecar de relativista...

Y con respecto al contacto visual, déjeme decirle que sí se da, pero el 90% de los casos es para iniciar una discusión con ajos cebollas y todo lo demás incluido...

Caracola dijo...

el relativismo no es un pecado... mas sí evaluar en base a criterios de verdad los hechos, en lugar de probabilidades... (saliendonos del tema tantito)

Saludos