junio 30, 2006

MentiraS ¿VerdaderaS?


Miente aquel que diga que nunca ha dudado de lo que sus oidos alguna vez escucharon de parte de su interlocutor, ya sea un amigo(a) su pareja o algún familiar, quien no duda no es humano.

Pareceré contundente, pero
ipso facto las cosas son como son. La duda es parte inherente de nuestras relaciones sociales, pero como casi todo en la -maravillosa- naturaleza, existen matices. Si no está de acuerdo querido lector, de una visita por el Hospital de la Avenida Pérez Aranibar y trate de entablar una conversación con alguien que asegura que lo van a matar en cualquier momento, que no come porque cree que su comida está envenedada y que no lo escucha porque cree que usted es un agente enviado por la organización que está dispuesta -por todos los medios económicamente posibles- a acabar con su vida (no la suya, la del pensionista del Hospital)

Cierto es que la duda en dosis moderadas nos puede salvar de uno que otro problema: gracias a ella no nos tragamos el cuento de la "visa de trabajo", ni del fajito de billetes que se le cayó a un tipo al subir a un carro y que otro altruista fulano quiere cambiarnóslo por la cantidad que traigamos en los bosillos en ese instante. (ofrezco mis sinceras disculpas por incriminar a quienes -alguna vez- sí se los tragaron)


¿Por qué dudamos? simple: porque creemos que lo que nos han dicho no es tan cierto como lo pintan, ergo: es una
mentira. Caemos entonces en el dilema de la señora verdad y la señorita mentira (no cuestione, querido lecor, la razón de los adjetivos expuestos aquí) Verdad, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) 22° Edición (2001), significa: 1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.

Valgan verdades, el asunto no queda tan claro con sólo las definiciones de "verdad", pues puede relativisarse el concepto de acuerdo a las acepciones 1, 2 y 3. Ejemplifiquemos: para las acepciones 1 y 2 la verdad dependería de la persona que la profese, por lo cual existirían tantas verdades como personas hay en el mundo, el asunto de la conformidad es relativo. Para la acepción 3 ponemos de ejemplo lo siguiente: "Juan es un niño" (tomamos como sujeto a Juan, que tiene la tierna edad de 5 años) diga usted, querido lector si la frase entrecomillada es verdad, dirá que desde luego la frase es verdad puesto que Juan tiene 5 años y la definición de niño comprende la edad mencionada, FALSO, de acuerdo con la definición 3 la verdad es verdad siempre y cuando se mantenga igual, lo que nos lleva al hecho de que Juan con el correr del tiempo cumpla 6, 7 y sucesivamente "crezca" cronológicamente, cuando Juan tenga 20 años habrá dejado de ser un niño, por lo que la afirmación presente habrá cambiado, y si algo cambia no es verdad. Cierto es que esta definición es inherente al concepto de tiempo, en otras palabras se acomoda a una verdad "histórica"... cosa complicada esto de las definiciones, ahora entiendo por qué pagan tan bien en la Real Academia de Lengua.


Pasamos ahora a analizar el concepto Mentira,
según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española 22° Edición (2001), tenemos lo siguiente: 1. Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Parece que dimos en el clavo, la definición alude al concepto de "premeditación" es decir la mentira es planificada, estructurada y sistematizada, es un producto social, casi un crimen. Algo interesante que nos ofrece la RAE es lo que le presento a continuación, querido lector:
"mentira oficiosa" La que se dice con el fin de servir o agradar a alguien.

"parece mentira" para dar a entender la extrañeza, sorpresa o admiración que causa algo.


Sacando utilidad a estas expresiones coloquiales, vemos que la segunda se aplica a nuestro querido Perú, donde lo que es "parece mentira" y lo que no es, rogamos por que sea verdad.


Ok, ok, vamos "cerrando círculos" queda claro que la mentira no existe sin la presencia de dos condiciones: 1. una verdad sobre la cual refundirse y 2. un(a) mentiroso(a) que le otorgue vida. Por otro lado, la verdad prescinde de ambas condiciones para establecerse como sí, a partir de esto podemos afirmar que verdad y mentira son categorías interdependientes, pero la verdad es cualitativamente superior ya que la relación de dependencia es unidireccional.


Segundo círculo, de verdad y mentira se desprenden
duda y creencia, y de ambos conceptos -concretamente- se desprende la acción de la persona quien, en base al manejo de información social y su sistema de valores (léase, conatividad) hace uso de éste y obtiene como producto un cierto tipo de comportamiento. De este punto surgen problemas de gran complejidad y que atraen pasiones ajenas y propias, como es el tema de la religión (Fe) o el tema de lo OVNIS, incluso temas tan concretamente cotidianos como creerle o no a Fujimori. Saque usted sus conclusiones.

¿Ha notado usted que la verdad y la mentira están presentes en casi la totalidad de las interacciones sociales de las que formamos parte en la estructura informacional? Pues sí, es
cierto, no se atreva a dudarlo, esto es un hecho, créame (podría continuar hasta el impresionante hartazgo)

Me atrevo a decir que verdad y mentira son dos caras de la misma moneda, que depende de nosotros el lado que decidimos mirar, estamos hablando entonces de la intervención de la persona en este asuntillo para nada trivial, aunque a veces nosotros pequemos de triviales al tocar el tema, que -como diría Alejandro Sanz- "no es lo mismo, es distinto".

Ilustración: Oleo "La verdad" Susana D'Momo



Atentamente
Richard Torchiani G
Moderador de Perú: País de las Maravillas

junio 20, 2006

LLuvia de MilloneS !!!

Para quienes el quinquenio 1985-1990 nos agrarró en la primaria, habremos experimentado un reflujo visceral al enterarnos de la victoria del líder de la estrellita reggaetonera, crónica de un deja vu anunciado. Sentimientos de incertidumbre habrán resurgido de nuestro subconciente, un cúmulo de dudas afloradas, una sensación de "piso vacío" con un matiz de incredulidad.

Mucha cosas salen a colación cuando se recuerda el primer gobierno de la estrellita, las colas, hiperinflación y un largo etcétera de males y peores que los peruanos post-secundaria tuvieron que afrontar con dientes apretados para que sus otrora retoños -o sea, nosotros los veinteañeros- pudieran vivir tranquilos, ajenos al país que se venía abajo por los motivos históricos y revolucionarios que condicionaron esos años ¿maravillosos?

Algo que a título muy personal recuerdo de ese quinquenio -siempre bajo el velo de la incredulidad e inocencia que me otorgaban mis 7 años de edad- es el asunto del cambio monetario y de la posterior devaluación -incesante- de nuestra moneda. La aparición de los graciosos billetitos de colores con las caras de señores serios a la derecha y de figuritas en la parte de atrás llamaban poderosamente mi infantil atención, "intis" se llamaban (para quienes no tienen conocimiento de la cultura inca "inti" es el código quechua que equivale a decir "sol" en castellano castizo) los billetes eran bonitos y novedosos, recuerdo que entraba en estado eufórico cuando algún adulto de mi familia me dejaba tocar y examinar uno de esos billetes ¡era lo máximo! recuerdo una vez que me dejaron llevar uno al colegio, primer grado de primaria y manejando un billete de diez intis con la cara de un señor que decían se llamaba ricardo palma ¡de lo más osado!






Bien, la primaria avanzaba y yo aprendí a contar hasta el cien (el número con un palito y dos bolitas: que se abstengan de hacer comentarios los mal pensados) hecho por el cual me sentía afortunado e inteligentísimo, ver a mi madre con un billete de mil intis y la foto de un melenudo Andrés Avelino Cáceres me parecía de lo más impactante, pero de pronto ocurrió algo que mi estrecha mente de entonces no en
tendía, los billetitos de 10 intis ya no servían, un día mi madre apareció en la casa con un nuevo billetito, de otro color y con otro señor serio al lado derecho, leí con cuidado: "diez mil intis" decía ¿qué? no podía entender, si en el cole llegar a cien al contar era ya una proeza, nunca me imaginé tener que llegar a contar hasta diez mil de un solo porrazo, seguro me moría de hambre y de sed antes de acabar.










Diez mil intis era mucha plata
, según yo, pero mi tío tuvo que desenmascarar la cruda verdad, ese nuevo billetito valía lo mismo que el anterior, o sea el preocupado César Vallejo valía lo mismo que el seriecito de Ricardo Palma. Mi tío puso en mi mano un billete de mil intis y dijo "toma, te lo regalo" yo quedé estupefacto, tanta plata en mi mano y ¡me la estaban regalando! inmediatamente recordé un comercial del actualmente fenecido chocolate winter de maní, donde aparecía un niño con traje marino buceando por un mar de chocolates, con ese billete podía comprar medio mar, le consulté a mi tío si me daba permiso de gastar todo el billete de una sola vez, su respuesta me dejó más estupefacto que hacía un par de minutos "claro, ese billete te alcanza para compra un chocolate"

Tras el duro golpe que resultó su explicación de la "devaluación" no ente
ndí ni jota, lo único que entendí fue que el billete que me alcanzaría para medio mar de chocolates a las justas me alcanzaba para un mísero chocolate. Tiempo después mi madre apareció con otro billete, esta vez decía "un millón de intis" ¡no puede ser! si en el cole apenas andaba por el mil en las cuentas, ahora había billetes de un millón y de cinco millones. ¿es que nunca me iba a poner a la par en las cuentas?













Atentamente

Richard Torchiani G
Moderador de Perú: País de las Maravillas

junio 14, 2006

Crónica Urbana: Accidente



Miércoles al mediodia, me dirigí hacia el paradero de buses, iba rumbo a una reunión académica y noté que se me había hecho tarde, sin duda llegaría con significativo retraso: una lástima, ya que no tenía más opción que embarcarme en alguna unidad de transporte urbano masivo (un bus) y bueno de todas las opciones que tenía en ese momento -la verdad no eran muchas-, opté por las más formal (me reservo el nombrar a la empresa para no crear pánico mediático) y decidí esperar el arribo de alguna de sus unidades, cuando de pronto divisé el bus que se acercaba al paradero, raudo levanté la mano derecha y la extendí perpendicularmente con referencia a mi cuerpo: el típico código para "parar" un vehículo.


Cuando subí al bus me percaté de ciertos detalles, era un marcopolo, de no más de 7 años de antigüedad, asientos manufacturados en el país y fuera de eso tenía pocas modificaciones "artesanales" como suele acostumbrarse aquí; los vidrios de las ventanas estaban adecuadamente sujetos a los bordes metálicos y no rebotaban violentamente cuando el carro estaba en marcha, en conclusión había tenido suerte de viajar en un vehículo conservado y -sobre todo- limpio.


-casi- Como de costumbre, escogí los asientos de la penúltima fila (el lado junto a la ventana) para sentarme -el lector se prenguntará los motivos de mi selección, los cuales no pienso revelar en esta oportunidad, hago esta aclaración para sacarle el clavo de la curiosidad sin contestar a sus inquietudes- la última semana había optado por escoger esa ubicación casi sistemáticamente y esta oportunidad no fue la excepción.

Todo transcurría con normalidad, lo habitual en un vehículo de transporte urbano: suben pasajeros, bajan pasajeros, suben vendedores, bajan vendedores; el cobrador pregonaba los destinos de ruta y secuencialmente cobraba el importe del pasaje y expedía los respectivos boletos. En ese trance, el vehículo se detuvo en una intersencción de calles porque el semáforo mostraba la luz roja, cuando de pronto irrumpe el sonido de un vidrio que se parte y siento en la cabeza el leve impacto de algo sólido, advertido mi sistema nervioso, dirijo mi mirada hacia atrás y me percato que el bus había sido impactado por otro vehículo lo que ocasionó la ruptura del vidrio posterior y los fragmentos de éste habían sido lanzados hacia adelante por la inercia del impacto, mi conciencia se percató que aquel sólido que impactó mi cabeza había sido un enorme trozo del cristal que -por intervención divina- había impactado de manera frontal y no diagonalmente (por alguno de los bordes) ya que de haber pasado esto último, estimado lector, este servidor estaría con una herida cortante en el cuero cabelludo. El bus definitivamente quedaría detenido.

Tras el instante que transcurrió post-impacto, la personas alrededor mío asimilaban la experiencia, nos dimos cuenta que los vidrios -de todo tamaño, grandes, medianos y diminutos- se habian esparcido por la parte posterior del pasillo del bus, el fragmento que impactó mi cabeza había quedado apoyado en el respaldar del asiento donde me encontraba, igual suerte había corrido la chica que estaba sentada a mi costado, ambos iniciamos el proceso de retirar los fragmentos del respaldar del asiento y colocarlos en el piso del pasillo, tras hacer eso y voltear por segunda vez -y con más nivel de conciencia- me percaté que la última fila del bus estaba sin ocupantes por la parte del impacto (la mitad izquierda, la mitad derecha estaba ocupada por tres escolares de aproximadamente 16 años) el impacto no había sido tan leve como pareció, el vidrio se había fragmentado, y algunos trozos colgaban sujetos sólo por una parte del borde de la ventana.

Los escolares de la última fila seguían asimilando el impacto, interactuando mínimamente entre ellos (al parecer no se conocían) cuando uno de ellos voltea y su nuca queda expuesta a mi campo visual tras lo cual noté que estaba sangrando por una herida profunda en la parte posterior de su cabeza, tenía grandes manchas de sangre en la camisa blanca y dos líneas rojas bajaban por su cuello, inmediatamente le hice notar eso al chico el cual dirigió su mano hacia la zona señalada y al mirar sus dedos se percató de la cantidad de sangre que seguía emanando su cabeza, raudamente el escolar próximo a él le otorgó un trozo de papel higiénico, percatada de esto la chica sentada a mi costado, se levantó del asiento y se acercó al chico herido para examinar su cabeza y tratar de asistirlo, los demás pasajeros visiblemente emocionados, reaccionaban diversamente, de pronto se acercó a la zona una señora de aprox. unos 40 años aduciendo que era médico y asistió al chico que aún sangraba considerablemente... Hasta aquí el relato en la entrada querido lector, continuaré en el apartado de comentarios, por razones de espacio, Ud. comprende.




Atentamente
Richard Torchiani G
Moderador de Perú: País de las Maravillas

junio 08, 2006

Entre Siembras y Reggaeton

(La lucha por ser escuchados)

Para comunicar hay que captar el código preciso, buscar la manera de llegar al público y -lo más arduo del camino- lograr movilizar su afectividad, de esa manera las personas se ven decididas a comportarse de manera productiva, aunque no sepan exactamente por qué lo hacen.
El asunto de elegir el código es cuestión de "poseer como mínimo dos dedos de frente" para bien, o de "yo amo a Maquiavelo" para mal. Sea como fuere, en nuestro país, estas dos opciones han generado sendos problemas sociales que, a la larga, configurarán una generación (como mínimo, cuando no sean dos) que colinde con la mediocridad genotípica y se torne en el punto de partida para, tras muchos años bajo el río, la aparición de una contracorriente -¿le suena familiar la palabrita?- social que haga frente a la apocalíptica problemática y busque reivindicar la dignidad y conciencia humana. La primera estrategia busca amoldar el código a sus receptores, con la -ingenua- esperanza de que el mensaje cale hondo en ellos y se internalice reconfigurando su sistema cognitivo para dar paso a un sano desarrollo de la moralidad y la justicia. Nada más torpe, si bien la intención es plausible, el método es un óbito fetal: muerto antes de nacer. Lamentablemente la falta de visión a futuro hace que los pocos intentos por mejorar la información social de los niños y púberes caiga en este tipo de estrategia: sesgada.
Un caso que ejemplifica lo expuesto en el párrafo anterior lo constituye -con triste orgullo- la campaña "sembremos valores" gestada por el señor Roberto Ramirez, sí, el popular "pecoso", el personaje de las arengas a la selección peruana y demás malabares. Este escrito no pretende ni ofender, ni burlar, ni dañar dicha campaña, simplemente busca revelar su error de planteamiento: ¡es muy cursi!

Cierto es que en la actualidad los niños dejaron de ser los "muñequitos ingenuos" de otrora, le hacen puag a los planteamientos absolutistas del bien, ya no creen en "papá noel" o el cuento de las "la flor y la abejita" mucho menos en los ajetreos de la cigüeña parisina. Al estar expuestos desde temprana edad a la información generada por los medios de comunicación, los niños adquieren una estructura de pensamiento cualitativamente más compleja a medida que la sociedad evoluciona, por lo cual si los adultos queremos llegar a ellos, debemos configurar una estrategia clara, sin miramientos ni especulaciones abstractas acerca de las reacciones de los niños y sobre cómo pueden manejar la información que se les proporciona.



Los niños y púberes de hoy están cubiertos de ironía y sarcasmo, su lenguaje es propio y cambia vertiginosamente: es ultra-dinámico, se manejan en grupos de referencia y buscan siempre ser secundados o -cuando la situación lo amerita- secundar al resto, a fin de cuentas lo importante para ellos es lograr el reconcimiento para sentirse importantes y realizados; el problema radica en los métodos que utilizan y en el trasfondo de sus acciones, pero eso es tema de tertulia ajena. Estas pequeñas -por el tamaño- personas son invadidas por violencia urbana y ficticia, ataques directos e indirectos, caminos inadecuados, egoísmo y arribismo, corrupción e informalidad en cada esquina, en cada página y en cada tarde-noche frente a la tele de siempre, la tele de todos los días. Estrategias que pregonen el "hay que ser buenitos siempre" o "si te hacen mal acúsalos con tu mamá" están desfasadas, no resultan, por el contrario, le otorgan a sus receptores un mensaje que justifica la ley del más fuerte, donde los justos son considerados monses, sin interés alguno para establecer contacto y reconocimientos social, o sea, na'a que ver.



Atentamente
Richard Torchiani G.
Moderador de "Perú: País de las Maravillas"

junio 06, 2006

Tratado de Caballería (Primera Parte)

(Sobre el uso y abuso del género como excusa)


"Es todo un caballero" solemos escuchar (aunque cada vez menos) en muchas personas al referirse a algún gesto "cortés" y/o "generoso" varonil hacia alguna "dama". Muy alabados por la crítica, los "caballeros" surcan los caminos de la vida cumpliendo los mas anhelados sueños femeninos de atención y respeto: cediendo (cediendo el paso, cediendo el lugar en la cola, cediendo el asiento de la custer), asumiendo (los pagos del cine y la canchita, de la combi, del cuarto) y perdonando (las tardanzas a las citas, las tardanzas en las llamadas, las tardanzas en el baño). Todo sería muy lindo si no fuera porque se asume como algo que se "debe" de hacer, ya que al exigir que sucedan estas cosas, nos sumergimos cada vez más en el inadecuado machismo en el que estamos enterrados hasta el cuello.

Pero veamos primero, que michigan es un "caballero". La RAE (http://www.rae.es/) afirma: "Que cabalga o va a caballo", mmm... puede ser, pero no se aplica mucho que digamos a los citadinos, otro: "Hidalgo de calificada nobleza", ahora échense a buscar la definición medieval de "hidalgo". Ajá! creo que el siguiente se acomoda mejor: "Hombre que se porta con nobleza y generosidad", lo cual nos indica que al mostrar tales características, hay la probabilidad de que sea noble y generoso, pero no indica impajaritablemente tal cosa. A través del tiempo la aplicación de esta palabra y de otras similares han disminuido una barbaridad en sus implicancias desde épocas victorianas hasta la fecha, pero aún así se mantienen dada la inevitable necesidad egocéntrica é irracional de muchas personas.

Entonces, la creencia en la figura imperturbable del "caballero" genera muchas maldades: dependencia ("Por esa zona de 5 Esquinas sólo paso con mi enamorado") , inutilidad ("chicas, hay que llevar esta mesa al 5to piso... así que de una vez, llamen a Juancito"), insensibilidad ("Tú eres el que debe llamar siempre!"), antijuicio social ("A ver, un caballero que le dé asiento a la señora" y en el asiento reservado está una señorita de traje actuando de ciega, sorda y muda) y que sé yo... cada día aparecen nuevas formas de sacar provecho de la "supremacía relativa" de los géneros, casi siempre bajo apercibimiento de un provecho egoístamente personal, ya que todos fomentamos de una ú otra forma, la existencia de roles y papeles diferentes para varones y féminas, cuando las únicas diferencias que existen, son las que inventamos (iba a poner "creamos", pero eso no es posible, porque el ser humano no tiene la capacidad de crear nada, ya explicaré por qué en un futuro artículo).

En conclusión, antes de actuar como caballero o “tener que” actuar como caballero, prefiero actuar como una persona educada y comprensiva. Y ya seamos varón ó mujer, busquemos no exigir de los demás algo que no podamos realizar nosotros …




The Nightingale

junio 04, 2006

Crónicas Urbanas: Historia de Taxi I


He de confesar que, debido al exasperante tedio del transporte urbano, -léase: las malditas combis- en varias ocasiones me he visto seducido a optar por un taxi (cabe mencionar que los alicientes para dicha decisión configuran un enorme grupo que abarca muchos ámbitos)

De mi extensa experiencia con los taxis -desde la infancia de la mano de mis progenitores, con especial atención mi madre, hasta las últimas aventuras en solitario cuando el bolsillo lo permitía- puedo conjurar una serie de temáticas que el lector puede encontrar patéticamente familiares: triste pero cierto.

Me sumerjo en la tarea de compartir estas anécdotas, un poquito para el análisis de rigor, la psicología es la madre de mi compulsión por la sistematización de la información (aún no sé quién es el padre) espero así construir alguna que otra frase interesante a la vista y, más aun, para el neocórtex de usted, querido lector.


Atentamente
Richard Torchiani G
Moderador de "Perú: País de las Maravillas"